9.18.2013

Estrenemos escuela (el origen del Plantel U-2) Parte 3: El primer día en la vida de nuestra escuela


(Última entrega)
Las vacaciones intersemestrales, privilegio muy propio de Bachilleres en la primera quincena de febrero de aquellos años (desconozco si la tradición se mantiene), nos apartaron de la sentencia que se nos dio el día que recogimos las boletas del semestre que concluyó el 24 de enero: iniciaríamos 1990 en el nuevo plantel.

 

Previo pago de 50 mil pesos para la construcción de aulas de metal provisionales dado que no íbamos a caber para el siguiente año escolar, recibimos luz verde para escribir la primera gloriosa página del nuevo edificio del 
Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla, Plantel U-2.
 

El jueves 15 de febrero de 1990, a las 4:45 horas, desperté para lo que sería el primer día del resto de mi educación media.
 

Bajarme del único transporte público que tomaba para llegar al Paseo Bravo en un punto intermedio para esperar un autobús que nunca había abordado me hizo temblar, pero así lo hice. A las 6:15 ya estaba en la esquina de la calle de Zaragoza y la 2 sur. Ahí, en la penumbra de la madrugada, empecé a platicar con un chavo de sexto semestre de nombre René, a quien había visto varias veces en la misma Ruta 20 que nos llevaba hasta el “Mausoleo”.
 

Luego de esperar durante 15 minutos un vehículo que debía decir “CREE-Madero” nos sorprendió un Caribe blanco que se detuvo porque alguno de sus ocupantes reconoció a René. Le preguntaron si iba para el U-2 y tras obtener respuesta afirmativa se despidió y subió… Estaba yo iniciando la resignación de quedarme ahí solo cuando un alma piadosa me invitó a formar parte de la expedición… Vaya suerte, el primer día, y me libré de tomar el autobús –que luego habría de abordar 60 millones de veces-.
 

A las 6:45 ya estábamos en la escuela… Nos tocó ver el amanecer desde la loma, algo que aún hoy me cuesta describir. Desde la plancha de cemento del colegio se podían ver los 4 puntos cardinales sin obstáculo alguno.
 

Conforme pasaron los minutos, la gente empezó a llegar y cuando dieron las 7:30, el sitio estaba repleto. La escena era muy peculiar… Jamás había visto a todos los alumnos juntos en el mismo lugar. Quiero decir, fue extraño porque en el “Mausoleo” cada quien iba a su salón y ahí se quedaba todo el día salvo si había que ir a los decanos laboratorios. Nunca veías a los de Primer Semestre “A” cerca de los de Cuarto “D”, bueno, ni a los del mismo semestre. De ahí lo curioso de ese primer día en el U-2.
 

A las 8:00 horas en punto apareció Jorge Ordóñez Padilla, con esa sonrisota de oreja a oreja que le caracterizaba, listo para darnos la bienvenida.
 

El profe se subió a una de las jardineras que están pegadas a las escaleras en la plaza central y desde ahí nos saludó por primera vez de manera oficial.
 

Vino una ovación generalizada que le impidió iniciar su discurso, el cual fue interrumpido varias veces, pues apenas hacía una pausa, venían los aplausos y los gritos, más en plan de desmadre, pero en parte, quiero creer, reconociendo el esfuerzo que encabezó el profesor, quien buscó por todos lados hasta que encontró un terreno que los ejidatarios de San Bernardino Tlaxcalancingo accedieron a vender cuando esa zona estaba lejos, lejísimos de tener la plusvalía que hoy goza.
 

Esa mañana del 15 de febrero de 1990 a las 8:20 de la mañana éramos un puñado de maestros y 800 estudiantes solitos en esa loma en la que miles de historias se escribieron después, pero que, como todo, tuvo un inicio, y ese inicio fue este.
 

Por cierto, ese primer día no tuvimos clases


Sigue: El Debut de la Ruta de las Ilusiones 
 
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto esa mañana me acuerdo que el director no terminaba el discurso de bienvenida y mi grupo salió despavorido a escoger el salón que fue el de abajo del único edificio y nadie nos sacó. Me encantó esa época